A pesar de que no estamos en la época fuerte de las filloas, a mí me han entrado unas ganas locas de hacer esta receta que me encontré en mi libro favorito de cocina gallega, el de Cunqueiro.
Se trata de unas filloas de leche bañadas en queimada. Nos las hemos tomado estos días a pesar de que en Galicia ahora parece que ha llegado el verano, y no nos ha pasado nada :-) así que si os apetecen no dudéis en hacerlas en cualquier época del año.....siempre son un placer.
La receta se puede hacer también con filloas rellenas de crema o de lo que os guste, pero así solas están buenísimas.
También podéis sustituir el orujo por cualquier otro licor que os guste (coñac, whisky, licor café, licor de naranja....
Vamos a ello.
Ingredientes:
Para las filloas:
125 ml. de leche
125 ml. de agua
2 huevos
1 cucharadita de canela (yo no le puse, no nos gusta)
Harina (la que admita, a mí me admitió 4 cucharadas)
Sal y azúcar
Tocino para untar la sartén (yo usé manteca de cerdo derretida con un poco de aceite y utilicé un pincel de silicona)
Para la queimada:
3 cucharadas de azúcar
medio limón
orujo blanco
Con estas cantidades me salió este platito (es un plato de postre, usé una sartén pequeña):
Elaboración:
Para hacer las filloas, se baten los huevos con un poco de sal y la canela. Yo usé huevos caseros, de ahí el color. Se mezclan con la leche y el agua. Se va añadiendo poco a poco la harina tamizada, hasta obtener una pasta suelta.
Se deja reposar un rato y si tiene grumos se cuela.
Yo puse 4 cucharadas de harina no muy grandes y después de reposar estaba más espesa, así que no tengáis miedo a que os quede muy suelta, es mejor para que las filloas queden bien finas. Una vez hagáis la primera, si veis que es muy gorda, añadir un poco de leche y listo.
Aprovechar también a probar la primera filloa por si os quedan sosas y así rectificar de sal a vuestro gusto.
Poner la sartén al fuego y cuando esté caliente se frota con un trozo de tocino (usar un tenedor) o se pincela con la grasa que escojáis.
Se echa una capa delgada de pasta con un cacito y cuando esté dorada por un lado (los bordes se despegan de la sartén) se le da la vuelta.
Yo siempre me quemo los dedos, así que ahora me pongo unos guantes de látex de cocina y así les doy la vuelta sin problemas.
Si queréis apurar un poco más poner dos sartenes e ir haciendo de dos en dos. Es importante que la sartén sea antiadherente y que encontréis la temperatura ideal del fuego. En mi vitrocerámica del 0 al 9, me salieron estupendas en el 6.
Se colocan en una fuente dobladas a la mitad, se espolvorean de azúcar y unas gotas de orujo.
En un cacillo, se ponen las tres cucharadas de azúcar, se rocían con el zumo de medio limón y se añade un vaso pequeño de aguardiente.
Calentar un poco y prender fuego al licor. Se deja arder un poco, se vuelca sobre la fuente de filloas y se presenta ardiendo.
Yo lo hice así para la foto, pero la verdad...para hacer en casa es un poco arriesgado, jajajaja. Podéis quemarlo en el cazo y luego salsear una vez que se apague el fuego, está muy bueno igual y es menos peligroso :-)
Como veis en la foto, el riesgo de salsear con el fuego, es también que se os puede quemar un poco la filloa.
Al enfriar la queimada, os quedará un delicioso sirope para bañar las filloas con el toque ácido del limón que es una gozada (la primera foto está hecha de ese modo).
Probar el sirope, y si está muy fuerte para vosotros, podéis quemarlo un poco más hasta que esté a vuestro gusto.
Si dejáis quemar hasta que se apague el fuego solo, os quedará sin alcohol, pero a mí me gusta apagarlo un poco antes, tapando el cazo y que tenga un puntito de queimada que es donde está la gracia.
Espero que os guste!